lunes, 1 de abril de 2013

El cactus / Manuel Bandeira




Aquel cactus recordaba los desesperados gestos
de la escultura:
Laocoonte oprimido por las serpientes,
Ugolino y los hijos hambrientos.
Evocaba también el seco nordeste, palmeras,
pobres matorrales
Era enorme, aun para esa tierra de grandezas
excepcionales.
Un día, un huracán furibundo lo arrancó de cuajo.
El cactus cayó a lo ancho de la calle,
Rompió las cercas de las casas,
Impidió el tránsito de tranvías, automóviles, carros,
Arrancó los cables eléctricos y durante
veinticuatro horas privó a la ciudad de
iluminación y energía:
Era bello, áspero, intratable.



Manuel Bandeira  (Recife, 1886- Río de Janeiro, 1968)

Trad. Santiago Kovadloff

Poética / Manuel Bandeira


Estoy harto del lirismo comedido
Del lirismo bien educado
Del lirismo empleado público con libro de asistencia
expediente protocolo y manifestaciones de aprecio
al Sr. director

Estoy harto del lirismo que se detiene para averiguar en el
            diccionario el cuño vernáculo de un vocablo

Abajo los puristas

Todas las palabras sobre todo los barbarismos universales
Todas las construcciones sobre todo las sintaxis de excepción
Todos los ritmos sobre todo los innumerables

Estoy harto del lirismo sentimentaloide
Político
Raquítico
Sifilítico
De todo lirismo obsecuente con todo menos consigo mismo.

Además no es lirismo
Será contabilidad tabla de cosenos secretario del amante
ejemplar con cien modelos de cartas y las diferentes
maneras de gustar a las mujeres, etc.

Prefiero el lirismo de los locos
El lirismo de los borrachos
El lirismo difícil y errante de los borrachos
El lirismo de los clowns de Shakespeare.

−No quiero saber nada más del lirismo que no es
            liberación.



Manuel Bandeira  (Recife, 1886- Río de Janeiro, 1968)

En Momento en un café y otros poemas. 
Editorial Plus Ultra, Buenos Aires, 1986.
Trad. Estela Dos Santos



Los nombres / Manuel Bandeira


Dos veces se muere:
Primero en la carne, después en el nombre.
La carne desaparece, el nombre persiste pero
Perdiendo su casto contenido
−Tantos gestos, palabras, silencios−
Hasta que un día sentimos,
Con un golpe de espanto (¿o de remordimiento?)
que el nombre querido ya no suena como los otros.

Santita nunca fue para mí el diminutivo de Santa.
Ni Santa fue nunca para mí la mujer sin pecado.
Santita eran dos ojos miopes, cuatro incisivos claros a flor de boca.
Era la intuición rápida, el miedo a todo, un cierto modo de decir "Válgame Dios".

Adelaida no fue para mí Adelaida solamente,
sino también cabellera de Berenice, Innominada, Casiopea.
Adelaida, hoy apenas sustantivo propio femenino.

Los epitafios también se borran, lo sé.
Pero más lentamente que las reminiscencias
en la carne, menos inviolables que las piedras de las tumbas.



Manuel Bandeira  (Recife, 1886- Río de Janeiro, 1968)

En Momento en un café y otros poemas. 
Editorial Plus Ultra, Buenos Aires, 1986.
Trad. Estela Dos Santos